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Diario de un Gilipollas Egocéntrico

Mi niñez

DE MAYOR SERE... 2ª parte

Con tal fin me dispuse a colarme en la casa de mi vecina Loli, sin que nadie me viese, por supuesto, pero con la clara intención de provocar un pequeño incendio detrás del sillón de su abuelo José y cuando el pobre viejo se percatase de lo que estaba ocurriendo, saldría yo, equipado con mi cubo de la playa del COMANDO G lleno de agua y lo apagaría rápidamente, salvando así a su abuelo de morir quemado y quedando ante los ojos de mi amada como un verdadero héroe.
Colarme en su casa fue tarea fácil ya que a esa tierna edad, (que por cierto no he dicho que tenía siete años), parecía que era invisible para todo el mundo (excepto mi mamá que debía tener súper poderes ya que parecía que me había estado viendo cuando hacía alguna tratada). Una vez dentro, me escondí estratégicamente detrás del sillón y con una caja de cerillas de la cocina de mi madre prendí fuego al sillón del pobre viejecito mientras dormía placidamente su siesta matutina. Lo más difícil ya estaba hecho, ya solo debía esperar pacientemente a que el abuelo empezara a gritar ¡fuego, fuego!, para que todos acudieran a su auxilio, seria entonces el momento perfecto para que yo saliera de detrás del sillón con mi cubo de playa lleno de agua y lo apagase.
Lo que pasa es que yo no contaba con que el pobre hombre había estirado la pata mientras dormía su siesta y el sillón se prendía con el viejecito sentado en él y no se coscaba ni Dios lo que estaba pasando, y yo como un gilipollas detrás del sofá esperando a que el viejo se pusiera a gritar y cada vez se quemaba más el sofá, de manera que me quedé atrapado detrás del sillón en llamas llorando como un bebé, hasta fui yo el que tuvo que gritar ¡socorro, fuego, fuego! Para que esos idiotas carentes del más mínimo sentido del olfato, pudiera escucharme; a mi auxilio acudió la chica de mis sueños que de forma heroica arrancó las cortinas para apagar el fuego del sillón y de su carbonizado abuelo, me sacó de detrás del sillón arrastrándome por los pelos y me dio la paliza más grande que jamás me han dado.
Lo peor es que jamás volvió a hablarme ni mirarme, incluso se mudaron de barrio, porque decían que no podían ver el salón de su casa sin recordarles a su abuelo sentado en el sillón hecho una carbonilla, claro que la jugarreta le costó a mi madre pagar todos los desperfectos, una gran indemnización y un buen soborno para que no me denunciaran. Y a mí una fobia al fuego que me hizo olvidar para siempre mi sueño de ser bombero y el amor una chica llena de valor a la que jamás he vuelto a ver.

DE MAYOR SERE..... 1ª parte

¿Que quieres ser de mayor?. Esa pregunta me la hacían día sí y día no, con el propósito de que el niño dijera: médico, o juez o una de esas carreras que a los mayores les gusta tanto.
Pero el Pequeño PacoZe tan solo soñaba con ser, BOMBERO.
Para ello procuraba causar algunos destrozos en casa y fuera de ella con la intención de ser el bombero salvador de todos los desastres ocasionados, cosa que mi mamá toleraba unas veces mejor que otra.
Pero recuerdo claramente uno que acabó con mi deseo de ser bombero, ya que casi le cuesta a mi madre toda su fortuna y a mí, algo más que mi herencia.
Mi vecina Loli tenía una niña que estaba como un tren, tenía los catorce años mejor cumplidos de todo el barrio y yo, me semtía completamente obsesionado con ella, aunque la joven ni siquiera supiera de mi mísera existencia por más que yo lo intentase.
Un día se me ocurrió que si la salvaba de algún grave peligro se daría cuenta de que era el chico más guapo, valiente e inteligente del barrio.

UNA PEQUEÑA TRAVESURA (3ª parte)

Otro de los sabios consejos de mi mamá era el de que nunca dejes que otro se lleve la gloria de algo que tú hayas hecho con éxito.
Pues bién el incidente de los bichos hizo parecer a Simón y Miguel como unos auténticos héroes a los ojos de mis compañeros, los chicos más rebeldes de clase, los más ingeniosos, y ellos se jactaban de serlo, e incluso organizaban reuniones en los pasillos de clase para contar como se les ocurrió la idea y cómo la llevaron a cabo.
Las chicas se morian por estar con ellos, y para los chicos eran dioses, lo que ellos decian, se hacia sin preguntar. Los convertí en autenticos líderes.
Es por lo que decidí hacer saber a todo el mundo que la mente y autor de hecho no habia sido nadie sino yo, que yo solito me las apañé para hacer la jugarreta a la profesora y hacer que parecieran culpables Simón y Miguel.
Así que un día durante la clase de lengua española me levanté de mi silla y pedí atención para hablar al resto de la clase. La cosa no fué nada fácil ya que no era un chico muy popular entre mis compañeros, pero como los profesores me adoraban por ser el más listo, el más guapo, "el más pelota", exigieron silencio para que mi preciosa boquita puediera expresarse líbremente.
Cuando confesé mi culpa nadie me creyó, los profesores se lo tomaron como de forma que pensaron que me habian obligadolos ídolos de la clase a decirlo para salvarles el cuello con lo que consegui que los chicos de clase adorasen aún más a Simón y Miguel, y los chicos de clase simplemente se rieron de mí ya que me veian incapaz de algo así, y encima me llamaron cobardica por haberme culpado por los otros dos.
La cuestión es que jamás obtuve el reconocimiento que merecia y eso me enseñó a que hay que ser consecuente con las cosas que se hacen o se dicen tanto para lo bueno como para lo malo, aunque y sigo atajando los consejos de mamá al pié de la letra.

UNA PEQUEÑA TRAVESURA (2ª parte)

Soltar los bichos no fué nada agradable pero hice de tripas corazón y pude soltarlos todos dentro de un maletín de cuero color marrón que siempre acompañaba a nuestra profesora. Tras soltar todos los bichos excepto una cucaracha marrón con alitas muy mona que dejé nuevamente en la caja que transportaba todos los inseptos. Busqué la cartera de mi compañero Símón que al tener fama de rebelde y gamberro no costaría nada que nadie dudase de su culpabilidad.
La trampa estaba dispuesta, volví a encerrarme en los retretes y solo faltaba que sonase nuevamente sa sierena advirtiendo a los alumnos que debian regresar a clase.
La verdad es que la no pudo salir mejor, ya que siempre hay alguno que intenta buscar el examen dentro de las cosas del profesorado y ese era Miguel. Cuando Doña Magnolia entró en clase pilló a Miguel en el mismo instante en que disponia a abrir la cartera mandándolo a su mesa de forma educada.
Cuando Doña Magnolia abre su cartera y se encuentra el panorama, a la pobre se le salieron los ojos de las órbitas dando un grito estrepitoso lanzó la cartera por los aires dejando escapar a todos esos asquerosos bichitos de Dios. A la pobre se la tuvieron que llevar a urgencias ya que le dió un ataque de histeria.
El fin principal estaba conseguido que era el de suspender el exámen, pero aún quedaba lo mejor como culpar a otro de mi travesura.
El director personalmente se acercó a nuestra clase haciendo todo tipo de amenazas con el fin de que alguno se chivase, y al no conseguir nada, procedió a un registro exaustivo de las carteras de todos los alumnos, con lo cual al llegar a la cartera de Simón encontró la caja con la cucaracha expulsando una semana completa a Simón y a Miguel como cómplice suyo.
Pero hubo un detalle que me fastidió bastante, fué el hecho de que a Simón y a Miguel no pareció importarles el castigo con lo cual no puede regocijarme de un trabajo bién hecho hasta el último detalle.

UNA PEQUEÑA TRAVESURA (1ª parte)

Mi mamá es una mujer muy inteligente y siempre me dió buenos consejos. Recuerdo en estos momentos uno muy especial que decía, cuando hagas algo malo, procura hecharle la culpa a otro o por lo menos que ese otro parezca culpable.
Este recuerdo me lleva a contaros esta pequeña travesura que tuvo lugar en mi niñez, a la tierna edad de ocho años y que ocurrió exactamente así.
¿Quién no ha tenido miedo alguna vez a hacer mal un examen a la edad de ocho años?. Yo desde luego jamás, ya que era un niño muy equilibrado y superdotado con respecto a la chusma con la cual me veía obligado a relacionarme.
La cuestión es que las matemáticas no se me daban mal, pero no llegaba a ser el alumno más destacado de clase, lugar en el cual sin duda, tan solo mi pequeña y prodigiosa mente merecia estar de forma permanente.
Esa tarde Doña Magnolia nos dijo que nos preparásemos para un exámen de matemáticas que tendria lugar al día siguiente.
En ese momento mi perversa mente comenzó a organizar ideas y planes para posponer el exámen y tener más tiempo para preparar lo que sería el examen perfecto.
Así que esa misma tarde a la salida de clase me dispuse a comprar toda clase de insectos en las pajarerías del barrio diciendo que eran para mi serpiente pitón, con lo cual compre cucarachas, ratones, moscas, grillos y todo lo que vendian y pude comprar con la paga de la semana.
Al día siguiente, me comporté como el niño encantador y servicial que siempre era y cuando llegó la hora del recreo me escondí en los retretes esperando que no hubiese nadie por los pasillos para introducirme en clase y llevar a cabo mi pequeña travesura.

MI PRIMER DÍA DE COLEGIO

Aquel fué un día lleno de emociones, el cual prometía un sin fín de oportunidades para destacar entre todos esos mocosos insignificantes y desprovistos del encanto natural de mi menudo y rollizo ser.
Mi mama, que simpre ha sido una mujer muy educada, me preparó la manzana roja más hermosa y brillante que encontró en el mercado, un ramo de margaritas amarillas y un poema.
Todo ello debía ser un presente para que la buena profesora de primaria, estilo Leticia Sabater, fijase sus ojos en mí, un intento bién intencionado, de que la buena señorita, entendiera que yo era el mejor niño del colegio, el más guapo, inteligente, educado y sobre todo bueno, muy bueno.
Al llegar a clase todos los niños poseidos por la vulgaridad, se burlaron de mi divina persona al verme llegar con mi traje de misa de los domingos, mi pajarita roja, mi ramo de flores en una mano y la gran manzana en la otra.
Mi hermosa profesora con lágrimas en los ojos me dijo: hola rico, dale las flores a tu mamá que yo soy alérgica a las margaritas, y estas lágrimas no son de emoción sino del picor tan insoportable que me producen esas flores del demonio, la manzana es muy bonita, pero no me gustan, así que sientate en tu sitio ya, no sin hantes subirte la cremallera del pantalón.
Todos los niños estaban descojonados en sus asientos, mientras que yo intenté incansable quemar mi último cartucho y saqué de mi cartera el poema que había escrito mi madre para la mejor profesora, pero en mi nerviosismo, me confundí y le di la lista de la compra del super de mi madre, a lo que mi profesora contestó, muy bién pero pollo se escribe con dos "eles", y no te digo más veces que te sientes.
Evidentemente ese no fué el día de estreno de clase que mi maravillosa mamá y yo mismo habiamos imaginado, pero tan solo era el primer día, y los PACOZE, nunca se rinden.

EL BAUTIZO DE PACOZE

Quiero compartir con todos vosotros mis recuerdos más tiernos, más emocionantes y más significativos. De esa manera podreis comprender mejor como un niño puro e inocente llega a convertirse en una persona maravillosa y perfecta.

Comenzaré por mi bautizo, ese acto lleno de significado, gracias al cual he llegado a ser el mejor cristiano de toda la comunidad, debido en parte a que los valores que me inculcaron mis padres hicieron de mí la divinidad y perfección encarnada en la tierra.
Me impusieron el nombre cristiano, apostólico y romano de PACOZE, nombre del cual estoy profundamente orgulloso ya que soy la novena generación de Pacozes de mi familia, mi padre se llamaba Pacoze, mi abueno se llamaba Pacoze, mi madre se llama Pacoze, etc....
Mi padre quería bautizarme con el traje típico de la familia, el mismo con el que lo habian hecho él y las generaciones anteriores, un traje de gondolero veneciano monísimo.
Pero mi madre que tiene mucho caracter se empeñó, debido a que tenía mucha ilusión, en disfrazarme con un precioso traje de torero (montera incluida) color rosa, el cual estaba provisto de capote que hacía la veces de toquilla para taparme.
El acontecimiento fué de lo más emotivo, cuando mi abuela me vió, rompió a llorar como una magdalena, de tal manera que a mis titas se les contagió la emoción empezaron a también a llorar, todos lloraban, todos excepto el cura, (Don Raimundo) que al verme no pudo evitar soltar una sonora carcajada, eso sí luego se esmeró en explicarles a mis padres que la risa fué debida a que le llegó a la mente un recuerdo de su niñez en el cual sus padres lo vistieron de torero para el carnaval. Ciertamente es para reirse porque disfrazarse de torero en carnaval es de lo más vulgar como se pueden imaginar.
La ceremonia entre risas y lloros no necesitó de coral ni de música celestial, había en el ambiente un constante murmullo que fué fulminantemente callado por unos segundos cuando nuestro querido padre Raimundo dijo: yo te bautizo con el nombre de PACOZE.
En ese mismo instante los aplausos no dejaron de sonar como signo de aprobación y a coro de torero, torero me sacaron en hombros de la iglesia por la puerta grande.
Y ese fué el triunfal día de mi bautizo.