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Diario de un Gilipollas Egocéntrico

UNA PEQUEÑA TRAVESURA (1ª parte)

Mi mamá es una mujer muy inteligente y siempre me dió buenos consejos. Recuerdo en estos momentos uno muy especial que decía, cuando hagas algo malo, procura hecharle la culpa a otro o por lo menos que ese otro parezca culpable.
Este recuerdo me lleva a contaros esta pequeña travesura que tuvo lugar en mi niñez, a la tierna edad de ocho años y que ocurrió exactamente así.
¿Quién no ha tenido miedo alguna vez a hacer mal un examen a la edad de ocho años?. Yo desde luego jamás, ya que era un niño muy equilibrado y superdotado con respecto a la chusma con la cual me veía obligado a relacionarme.
La cuestión es que las matemáticas no se me daban mal, pero no llegaba a ser el alumno más destacado de clase, lugar en el cual sin duda, tan solo mi pequeña y prodigiosa mente merecia estar de forma permanente.
Esa tarde Doña Magnolia nos dijo que nos preparásemos para un exámen de matemáticas que tendria lugar al día siguiente.
En ese momento mi perversa mente comenzó a organizar ideas y planes para posponer el exámen y tener más tiempo para preparar lo que sería el examen perfecto.
Así que esa misma tarde a la salida de clase me dispuse a comprar toda clase de insectos en las pajarerías del barrio diciendo que eran para mi serpiente pitón, con lo cual compre cucarachas, ratones, moscas, grillos y todo lo que vendian y pude comprar con la paga de la semana.
Al día siguiente, me comporté como el niño encantador y servicial que siempre era y cuando llegó la hora del recreo me escondí en los retretes esperando que no hubiese nadie por los pasillos para introducirme en clase y llevar a cabo mi pequeña travesura.

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