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Diario de un Gilipollas Egocéntrico

Mi vida actual

DE CONCIERTO 3ª parte

Tras recoger a mi abuela en la residencia de ancianos con un traje de mini falda color naranja de lentejuelas, montamos en mi C-15 y nos dirijimos a la plaza de toros, la ilusión era patente en nuestros rostros para hacer cuerpo mientras llegabamos al concierto mi abuela Fernanda comenzó a tatarear algunas de las canciones del gran pollito, fué algo increible.
Cuando llegamos al concierto estaba casi bacio, pudimos sacar nuestras sillas de playa que teniamos camufladas en el bolso de mi abuela y sentarnos en primera fila, para disfrutar como niños del concierto.
Llegó el gran momento y salió el Pollito con su guitarra al escenario, mi abuela se levantó de un salto y comenzó a aplaudir y a llamar guapo al pollito, cosa que el hombre agradeció dedicandonos su primera canción "Que alegría niña", a mi abuela se le saltaron las lágrimas recordando la última vez que la llamaron niña, pero claro, entre tanta emoción le pasaron a mi abuela un porro, que ella peonsó, un cigarrillo, bueno si hace mucho tiempo que no fumo, y se lo fumó, pero entero, ¡No veas el pedo que cogió mi abuela!, se subió al escenario con el pollito a cantar "Que fatiguitas paso yo" y al pobre pollito lo tenía "acojonao" porque claro, mi abuela es muy mayor y tiene dentatura postiza y en uno de los saltos la dentadura se le cayo justo en la entrepierna del pollito, tuvieron que bajar a mi abuela entre dos hombres que fueron muy amables con ella, pero mi abuela seguia como una moto y seguía cantando, bailando, aplaudiendo, y diciendo todas las locuras que le pasaban por la cabeza, hasta que la gente empezó a pelear con nosotros y claro mi abuela no podía dejar que le pegasen a su nietecito y le hechó pelotas a la gente, y al son de la canción del pollito "Vete ya" nos echaron del concierto, eso sí, bién calentitos.
A todos mis lectores les recomiendo que asistan a los conciertos del pollito, la diversión está asegurada y también que visiten Página Oficial de El Pollito de California

DE CONCIERTO 2ª parte

Una vez tuve las cotizadas entradas en mis manos comencé a pavonearme por la oficina con la clara intención de causar el mayor grado de envidia entre ellos y con la firmeza de que si alguno de esos pobres incultos musicales me pedía ser mi acompañante les contestaría que ni en sueños los dejaría ser mis acompañantes.
Mis intentos de conseguir acompañantes no tuvieron demasiado éxito, ya que nadie en absoluto se dignó siquiera a preguntar que tenía en las manos, con lo cual decidí ser buena persona y por hacerle un favor a mi compañera Rocío le pedí que me acompañase al evento musical del año.
Las risas ocasionaron un estruendo en toda la oficina cuando me acerqué a pedirle a Rocío que me acompañase al concierto, ella ruborizada, me dijo muy sonriente, "tío, cuando quiera suicidarme solo tengo llamarte, gracias pero ni en sueños", la verdad es que fue más delicada de lo que habitualmente solía ser, con lo que insistí una vez más por si me había dicho que no por vergüenza y me dijo "PacoZe, creo que no te lo he dicho bien claro, ¡NOOOOOO!".
De modo que desistí en mi idea de que me acompañase algún "amigo" de modo que llamé a mi mamá a contárselo y entre lágrimas le dije que había conseguido dos entradas y que nadie quería acompañarme, pero mientras me sorbía los mocos y secaba mis dulces lágrimas se me encendió la bombilla de las grandes ideas, ¡mi abuela Fernanda!, seguro que ella estaría encantada de venir al concierto porque ella es una señora con clase y gusto musical.

DE CONCIERTO 1ª parte

Quiero contaros lo que me ocurrió un día que me fui de concierto con mi abuela Fernanda.
Fue algo totalmente increíble, ya que mi abuela a pesar de sus noventa y tres años tiene una marcha que la quisieran muchos jóvenes de hoy en día.
Me dijeron mis compañeros de trabajos que actuaba en la plaza de toros de Madrid el gran artista, ídolo de masas entre las que me encuentro yo desde hace muchos años, el gran "Pollito de California". Al oír la noticia las piernas me temblaron, los ojos se me salían de la órbitas y empecé a tartamudear de forma que la excitación se hizo tan evidente que todos mis compañeros del "curro" notaron que me gustaba dicho fenómeno.
Desde aquel momento comenzaron a mirarme de forma rara, hacían el pollo a mi paso, soltaban algún pío cuando hablaban con migo, cosas así. Pero para nada consiguieron que dejase de gustarme el Pollito de California y decidí ir al concierto, compraría dos entradas para verlo al precio que fuera, desde luego mi acompañante debería ganarse el honor de serlo.

EL GORRÓN

Quiero compartir con todos ustedes el arte de ser un gorrón, cosa nada fácil pero que puedo asegurar que con un poco de práctica puede ser una virtud de lo más interesante y sobre todo rentable para la persona que la practica.
A mi jefe le gusta tomar café por las tarde, pero como a casi todos los hombres no le gusta ir al bar solo, así que nos pide a mi compañero Carlos y a mí que lo acompañemos a tomar algo y gracias a mi sutilidad y gran manejo del escaqueo, siempre pagan Carlos y mi jefe.
Lo primero que hago es pedir mi café con leche fria para que así tarde menos en tomarlo y a continuación comienzan una serie de estrategias que aplico dependiendo los días, ya que no siempre es conveniente usar la misma porque te ven el plumero rápido.
La estrategia del meón: tras tomar el café rápidamente digo: ¡hay que me estoy orinando y no puedo más!, evidentemente tengo que quedarme unos minutos en el baño hasta que calculo que ya han terminado y pagado, que es lo fundamental en este caso, cuando salgo digo: bueno que hoy pago yo, pediros otra cosita.
La estrategia del trabajo: tras tomar el café de un trago, me limpio rápidamente las gotas que te chorrean por la barbilla y digo: bueno, que tengo mucho trabajo pendiente y hoy no puedo entretenerme mucho,me marcho y mañana pago yo, ¿vale?.
La estrategia del despistado: espero a que todos se tomen su café y dejo que pague Carlos o mi jefe y cuando ya lo han hecho digo: camarero, ¿cuanto es?, y cuando me dicen que ya han pagado digo muy serio he indignado, tios dejad que pague de vez en cuando, para hacer la técnica más creible aún.
La estrategia del olvido de la cartera: me tomo el cafe advirtiendo desde un principio que esta vez pago yo y cuando llega la hora de pagar me hecho mano al bolsillo y digo, ¡Maldición, he olvidado la cartera en el coche!, Carlos paga tú y mañana me toca a mí.
Y así un montón de estrategias que de forma sutil y audaz aplico diariamente para tomar el café siempre de gorra. Claro está que esta técnica se puede aplicar a cualquier otro momento como un almuerzo de trabajo, una cena romántica con una chica, etc..
También he de decir que últimamente noto un poco reacios a llamarme a la hora del café, y casi que Carlos y mi Jefe salen de manera clandestina pero y salto como un león a su presa de manera que casi no se me ven los pies ya que un cafe gratis sabe mucho mejor y merece una carrerilla de vez en cuando, ¿quizás deba pagar alguna vez?, evidentemente ¡no!

CASI LO CONSIGO

Quiero relatar en esta ocasión como una persona con una reputación tan intachable como la mía puede ser víctima de la mala suerte.
El hecho ocurrió hace un par de días cuando en mi incansable esfuerzo por hacer saber a todos los compañeros de oficina que yo soy el que más y mejor trabaja, algo que es totalmente cierta, entré coreando a los cuatro vientos, que hoy por cumplir con mis deberes laborales y realizarlos como es costumbre en mí, más eficazmente que nadie, no he podido ingerir mi correspondiente almuerzo (algo que lógicamente era completamente falso, pero que importa eso a la hora de hacerse autobombo), se lo dije incluso a las viejas que hay sentadas en la puerta comiendo pipas, pero como de costumbre, los ingratos de mis compañeros se hicieron los sordos. Claramente mi intención era la de que llegara a oídos de mi jefe para así ganarme algunos galoncillos, pero la suerte no estaba de mi parte.
Eso me hizo pensar rápidamente que podría "darme el piro" (perdón por esta expresión tan vulgar) un cuarto de hora antes de lo establecido, y además mi amado jefe no se enteraría ya que estaba de viaje. Así que me dispuse a recoger mis cosas argumentando mi espantada por mi falta de ingesta de alimentos por lo que me encontraba casi moribundo y una serie de calificativos que incluso a mí me daba pena con el intento de que mis compañeros sintieran un poco de pena, los tios ni se inmutaron, así que me dije, ¡que cojones! (perdón de nuevo, no es propio de mi este tipo de léxico, pero es que desde que me junto con esta chusma de la oficina, no hago más que soltar palabras malsonates), yo me largo. Y cuando ya estaba en la puerta diciendo a todos adios con una sonrisa de oreja a oreja contemplando la cara de sorpresa de todos, me doy la vuelta y ¿quien estaba tras de mi? ¡mi jefe! ¡¡mi amado jefe¡¡,Dios que planchazo. Mi jefe me ve en la puerta y me dice ¿es que te marchas ya?, claro yo con la cara de estreñido le comento con ojos saltarines y llorosos, que todavía no había comido, e intentado dar la vuelta a esta complicada situación echandome una buena cantidad de flores. Mientras la cara de mis compañeros al ver que me pilló en la puerta dislumbraba una evidente y jocosa satisfacción. No se porqué.
Yo siempre he predicado antes mi compañeros (y sobre todo ante mi amado jefe) que no hay que tener prisa en marcharse del curro, que incluso intento dar la puñalada por la espalda (siempre que puedo) a mis compañeros cuando a la hora de salida y sin que ningún otro menester les obligue a quedarse más tarde (como es de costumbre para ellos, no para mí, ya que yo a mi hora me largo, salga el sol por donde salga)me invento absurdas tareas para que mi jefe se las orden a esta chusma, mientras que yo me despido contoneando mi hermosa y herculiana figura hacía la puerta de salida, con una sutil sonrisa en mis carnosos y dulces labios.

EL FRACASO DE MI CAIDA

Ayer mi mente única y prodigiosa engendró una gran estratégia para poder ser una vez más el centro de atención de toda la oficina.
La idea consistía en fingir una aparatosa caida por las escaleras por lo que por unos instantes sería de nuevo el epicentro de la oficina, y además podría acusar a mis simplones compañeros ante mi amado jefe.
Sobre las 20:00 horas encontré la ocasión perfecta, ya que mis compañeros Carlos, Rocio y Silvia estaban todos reunidos en la planta baja de nuestra oficina pensé en tirarme pero claro mi personalidad cobarde y asustadiza me hizo recapacitar y decidi mejor hacer como que tropezaba al subir, con tan mala suerte que acabé hundiendo mis preciosos piños en el frío marmol, lo que me produjo un dolor indescriptible, pero esto no pareció perturbar las humildes vidas de mis compañeros, ya que ninguno de esos ingratos se dignó a mirarme, tras unos minutos sentado en la escalera y quejandome como un perro en celo sólo conseguí captar la atención de Carlos que tan solo me dirigió una breve mirada de desprecio seguida de una complaciente sonrisa.
No tuve más que levantarme tristemente sabiendo que les importó un comino a mis compañeros asi me rompiera mi escultural mirla en mi desesperado intento de ser el centro de atención.
Evidentemente tampoco mi jefe se coscó de nada, con lo cual mis planes de héroe se fueron completamente al garete.

UNA PEQUEÑA INTRODUCCION

Comenzé este diario porque siento la necesidad de compartir toda mi sabiduría y mi buen hacer con los demás. Con la esperanza de que de esta forma, algunos menos afortunados en inteligencia que yo (que por cierto son la mayoría de las personas de este país), pues pudieran aprender algo para intentar ser casi tan buenos en todo como soy yo.

Para comenzar debeis saber que trabajo de aparejador, pero yo prefiero decir que soy diplomado en arquitectura técnica, ya que eso de aparejador suena demasiado vulgar, y desde luego uno de mis mandamientos es: no a la vulgaridad. Soy un ser totalmente único y original.

Tengo varios compañeros de trabajo a los que debo enseñarles constantemente el camino, la luz, ya que sin mí estoy seguro de que no sabrían organizarse, ni actuar con eficacia ante las situaciones cotidianas de trabajo. Y aunque ellos llevan tres años trabajando en la empresa y yo tan solo un mes, comprendo que necesiten cada día una ración de mi prodigioso cerebro, cosa que yo gratuitamente les doy sin que me lo pidan;es que soy así de altruista. ¿Dios, no comprendo como pudieron sobrevivir tanto tiempo sin mis sabios consejos!.

Sin embargo a veces denoto un cierto ambiente enrerezido ante mi presencia sin duda debido a la envidia que estos vulgares plebeyos me profesan, y es que saben que nunca alcanzarán el nivel de perfección que esta depositada en mi divina persona. Mi perfección es mi gran cruz ya que eso provoca reacciones adversas por parte de los que conviven conmigo (menos mi querida mamá, que me quiere mucho).