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Diario de un Gilipollas Egocéntrico

CASI LO CONSIGO

Quiero relatar en esta ocasión como una persona con una reputación tan intachable como la mía puede ser víctima de la mala suerte.
El hecho ocurrió hace un par de días cuando en mi incansable esfuerzo por hacer saber a todos los compañeros de oficina que yo soy el que más y mejor trabaja, algo que es totalmente cierta, entré coreando a los cuatro vientos, que hoy por cumplir con mis deberes laborales y realizarlos como es costumbre en mí, más eficazmente que nadie, no he podido ingerir mi correspondiente almuerzo (algo que lógicamente era completamente falso, pero que importa eso a la hora de hacerse autobombo), se lo dije incluso a las viejas que hay sentadas en la puerta comiendo pipas, pero como de costumbre, los ingratos de mis compañeros se hicieron los sordos. Claramente mi intención era la de que llegara a oídos de mi jefe para así ganarme algunos galoncillos, pero la suerte no estaba de mi parte.
Eso me hizo pensar rápidamente que podría "darme el piro" (perdón por esta expresión tan vulgar) un cuarto de hora antes de lo establecido, y además mi amado jefe no se enteraría ya que estaba de viaje. Así que me dispuse a recoger mis cosas argumentando mi espantada por mi falta de ingesta de alimentos por lo que me encontraba casi moribundo y una serie de calificativos que incluso a mí me daba pena con el intento de que mis compañeros sintieran un poco de pena, los tios ni se inmutaron, así que me dije, ¡que cojones! (perdón de nuevo, no es propio de mi este tipo de léxico, pero es que desde que me junto con esta chusma de la oficina, no hago más que soltar palabras malsonates), yo me largo. Y cuando ya estaba en la puerta diciendo a todos adios con una sonrisa de oreja a oreja contemplando la cara de sorpresa de todos, me doy la vuelta y ¿quien estaba tras de mi? ¡mi jefe! ¡¡mi amado jefe¡¡,Dios que planchazo. Mi jefe me ve en la puerta y me dice ¿es que te marchas ya?, claro yo con la cara de estreñido le comento con ojos saltarines y llorosos, que todavía no había comido, e intentado dar la vuelta a esta complicada situación echandome una buena cantidad de flores. Mientras la cara de mis compañeros al ver que me pilló en la puerta dislumbraba una evidente y jocosa satisfacción. No se porqué.
Yo siempre he predicado antes mi compañeros (y sobre todo ante mi amado jefe) que no hay que tener prisa en marcharse del curro, que incluso intento dar la puñalada por la espalda (siempre que puedo) a mis compañeros cuando a la hora de salida y sin que ningún otro menester les obligue a quedarse más tarde (como es de costumbre para ellos, no para mí, ya que yo a mi hora me largo, salga el sol por donde salga)me invento absurdas tareas para que mi jefe se las orden a esta chusma, mientras que yo me despido contoneando mi hermosa y herculiana figura hacía la puerta de salida, con una sutil sonrisa en mis carnosos y dulces labios.

1 comentario

borja -

eres gilipichis