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Diario de un Gilipollas Egocéntrico

Mi adolescencia

EL GRUPO DE ROCK

Es curioso comprobar como una madre solo ve lo mejor de los hijos, aunque en muchos casos no exista nada bueno.
Algo así me ocurrió a mí cuando tenia quince años ya que a mi madre se la ocurrió la genial idea de que aprovechando que tengo una voz angelical compuesta de tonos agudos y chirriantes, pues que formase un grupo de música con mis amigos, yo seria el cantante y siempre a mi sombra, por supuesto, colaborarian a engrandecer mi preciosa voz.
La verdad es que la idea me entusiasmó, ya que me daria la oportunidad de ser una gran estrella, con chicas besandome los pies, viajes a todo el mundo y sobre todo me haria millonario.
La cosa no se planteaba fácil debido a que no causaba demasiada simpatía entre mis compañeros y supuestos amigos, pero yo se lo pregunté a todos los chicos de mi clase y la respuesta fué inmediata y rotunda: ¡ni muerto!, seguida de unas carcajadas contagiosas que duraron dos meses.
Pero un PACOZE, jamás se rinde, y yo estaba dispuesto a conseguir la fama al precio que fuera, de esa manera formé el grupo con las dos únicas personas que aceptaron hacerlo, mi abuela Fernanda y mi mamá.
Juntos versioneabamos las canciones de nuestros ídolos como Joselito, Marisol, Isabel Pantoja y Manolo Escobar, era algo maravilloso, estabamos tan comprenetrados que casi no necesitabamos practicar las letras.
Nuestro gran día llegó con las fiestas de San Juan, en el parque de nuestro barrio.
No faltó nadie, todos mis compañeros de clase, las amigas de mi abuela de la residencia y las vecinas del bloque animadas por mi madre.
Recuerdo la cara de todos cuando nos vieron aparecer: mi abuela con un traje verde de lentejuelas de la boda de mi madre y tocando las maracas, mi madre con un traje de raso celeste de mi comunión y tocando la pandereta con un estilo tunero impecable y yo, el artista principal, con mi traje favorito de cuero amarillo con tachuelas en la cremallera al que le habiamos añadido unas cuantas chapas de los pitufos para darle un toque aún más rockero y tocando el mejor instrumento musical español por excelencia, la botella de anis con una cuchara.
Desde luego rompimos la pana porque cuando nos vieron se formó un silencio estremecedor tan solo roto por mi dulce voz cantando Malagueña salerosa de mi ídolo Joselito y apoyado por el coro formado por mi madre y abuela, que ponia los pelos como escarpias.
Pero claro la gente que no tiene ni el más mínimo gusto musical no comprendió nuestro arte y empezaron unos a reirse, otros a buscar como locos algo para tirarnos a la cabeza con la intención de hacernos callar, otros implemente corrieron lo más rápido que podian intentando alejarse del eco de nuestra voz, eso sí, también los hubo que lloraron desconsoladamente.
Por desgracia para el mundo musical nuestra carrera artística terminó el mismo día que comenzaba perdiendo el mundo de esa manera lo que podria haber sido uno de los grandes. Eso sí mi madre no tuvo que comprar tomates durante mucho tiempo y el pelo se nos quedó tan suave como el de un bebe debido a los huevos que nos lanzaron.

MANUELA: MI AMOR PERDIDO

El día que cumpli dieciseis años marco grandes pautas en mi vida.
Yo que siempre habia sido algo prudente con claros tonos de timidez, sucedió algo que me hizo cambiar para siempre.
Mi mamá, quiso sorprenderme ese día y organizó una fiesta de cumpleaños sorpresa, a la misma estaban invitados todos los compañeros de clase que tenía en ese momento, todos chusma y gente a la cual yo no les caía especialmente simpático, todos excepto Manuela.
Manuela era una chica de padres adinerados, hija única y de buen comer a la que la gente no le hacía demasiada gracia por su exceso de peso. La mujer ideal para mí, ya que el hecho de que fuera un poco rellenita a mí no importaba demasiado, a mí lle motivan otros valores como la cuenta corriente, sus propiedades inscritas el el registro de la propiedad, su cartera da valores o cosillas por el estilo.
La cuestión es que esa tarde decidí dar el todo por el todo y declarar mi interés hacia Manuela, romper mi timidez y decirle que me gustaría ser su media naranja.
A la mencionada fiesta asistieron la mayoría de chicos y chicas de mi clase con la única intención de comer y beber de gorra, aunque al parecer también influyo algo un pequeño incentivo económico que les dió mi madre. El resto tan solo asistió por verse con el resto de los compañeros y reirse de mi persona en mi propia casa. Pero nada de eso me importaba ya que mi Manuela asistiría y sería la ocasión ideal para conquistarla.
Para la ocasión me puse mi traje nuevo de cuero amarillo con tachuelas en la cremallera del pantalón, puese mi disco favorito de joselito y me acerqué a Manuela contoneando mi lustrosa figura cuando a mitad del camino una de las tachuelas se enredó con mi precioso bello púbico produciendome un dolor indescriptible y obligándome a tirarme al suelo lamentando mi desgracia. El dolor me produjo un desmallo del cual desperte cuando la abuela del quinto piso, con su zancadeante dentadura postiza y con una aguda alitosis en pleno apogeo me realizaba un boca a boca. El grito de repulsión de mis compañeros sonó tres manzanas más lejos, cosa que ciertamente no me importó demasiado, incluso Manuela se burló de mí, con lo cual terminó en ese momento la fiesta y mis esperanzas de conquistar el corazón y el bolsillo de Manuela.